Hace algunos años, mi esposa Dorothea y yo atravesábamos los jardines de un templo en un país extranjero, y nos topamos con una hermana de cabello cano que parecía muy feliz. Su rostro alegre, semejante al de Cristo, parecía distinguirla de aquellos que la rodeaban, y me sentí inclinado a pedirle que me explicara por que se veía tan feliz y contenta en la vida.
Sonriente, nos dijo: “Hace varios años, yo tenía prisa por casarme y, francamente, después de unos meses, me di cuenta de que me había casado con el hombre equivocado”. Después continuó: “El no tenía ningún interés en la Iglesia como me había hecho creer, y me trató muy mal durante varios años. Un día llegue a la conclusión de que ya no podía seguir soportando esa situación, de manera que, desesperada, me puse de rodillas y le pregunte a mi Padre Celestial si El estaba de acuerdo con que me divorciara de mi esposo.
“Tuve una experiencia muy peculiar”, comentó. “Después de haber orado fervientemente, el Espíritu me reveló varias perspectivas a las que previamente no les había puesto atención. Por primera vez en mi vida me di cuenta de que, al igual que mi esposo, yo tampoco era perfecta. Empecé a tratar de superar mi intolerancia c impaciencia por su falta de espiritualidad.
“Empecé a tratar de ser mas caritativa, amorosa y comprensiva. ¿Y saben lo que sucedió? Cuando yo empecé a cambiar, mi esposo empezó a cambiar. En vez de molestarlo constantemente para que fuera a la Iglesia ya no le decía nada y el poco a poco decidió por si mismo acompañarme.
“Recientemente nos sellamos en el templo, y ahora pasamos un día por semana en el templo juntos. Bueno, el todavía no es perfecto, pero me siento tan feliz de que el Señor nos haya amado lo suficiente para ayudarnos a resolver nuestros problemas”.
El presidente Benson ha dicho: “El orgullo se preocupa en quien esta en lo correcto; la humildad se preocupa en que es lo correcto”. Cuando nos humillamos, el Espíritu siempre nos indicara lo correcto.
(SPENCER J. CONDIE)
Sonriente, nos dijo: “Hace varios años, yo tenía prisa por casarme y, francamente, después de unos meses, me di cuenta de que me había casado con el hombre equivocado”. Después continuó: “El no tenía ningún interés en la Iglesia como me había hecho creer, y me trató muy mal durante varios años. Un día llegue a la conclusión de que ya no podía seguir soportando esa situación, de manera que, desesperada, me puse de rodillas y le pregunte a mi Padre Celestial si El estaba de acuerdo con que me divorciara de mi esposo.
“Tuve una experiencia muy peculiar”, comentó. “Después de haber orado fervientemente, el Espíritu me reveló varias perspectivas a las que previamente no les había puesto atención. Por primera vez en mi vida me di cuenta de que, al igual que mi esposo, yo tampoco era perfecta. Empecé a tratar de superar mi intolerancia c impaciencia por su falta de espiritualidad.
“Empecé a tratar de ser mas caritativa, amorosa y comprensiva. ¿Y saben lo que sucedió? Cuando yo empecé a cambiar, mi esposo empezó a cambiar. En vez de molestarlo constantemente para que fuera a la Iglesia ya no le decía nada y el poco a poco decidió por si mismo acompañarme.
“Recientemente nos sellamos en el templo, y ahora pasamos un día por semana en el templo juntos. Bueno, el todavía no es perfecto, pero me siento tan feliz de que el Señor nos haya amado lo suficiente para ayudarnos a resolver nuestros problemas”.
El presidente Benson ha dicho: “El orgullo se preocupa en quien esta en lo correcto; la humildad se preocupa en que es lo correcto”. Cuando nos humillamos, el Espíritu siempre nos indicara lo correcto.
(SPENCER J. CONDIE)
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