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¿Llamados por revelación o desesperación...?



Quisiera considerar aquí el silencioso milagro que tiene lugar en el llamamiento de los miembros a determinados cargos, y su respuesta al mismo. Esta semana tuvimos una reunion general del Sacerdocio donde sostuvimos a un nuevo Consejero de Estaca, Secretario de Estaca y 06 nuevos miembros del sumo consejo.

Siempre me siento más humilde ante éste, el milagro del procedimiento que se sigue en la Iglesia para efectuar un llamamiento, y el testimonio cuando lo recibimos y respondemos a él.En 02 oportunidades fui llamado a presidir una unidad y he participado en llamamientos de Obispos y es necesario considerar cuidadosamente la necia idea a veces de alguien que piese que no haya inspiración en esto.

Quisiera compartir para ilustrar esto, la importante lección que aprendí; de Boyd K. Packer que en aquel entonces era miembro del sumo consejo de una estaca, y en una ocasión su presidente de la estaca había presentado en su reunión el nombre de un hombre, al cual se deseaba llamar a un cargo directivo en la estaca.

Elder Boyd k. Packer enseña: "Yo era maestro de seminario y un compañero, también maestro,me había hablado una o dos veces de aquel hermano comentando cuan capacitado era para trabajar en la Iglesia, pero que no se le podía pedir que lo hiciera por un problema emocional que tenía su esposa; este problema era un rasgo de su carácter por el cual se la podía calificar de maliciosa; creo que este término lo explica todo.

Cuando el presidente de la estaca presentó el nombre del hermano para un cargo de presidencia y solicitó nuestro voto, mi compañero y yo votamos en contra, lo cual no es muy común. El presidente habló del asunto por unos minutos, y luego dijo que, a pesar de nuestros votos negativos, sentía que debía seguir adelante con el llamamiento, y nos preguntó si lo apoyaríamos. En este caso, la situación cambiaba; ya no se trataba de apoyar a determinada persona para un cargo, sino de dar nuestro voto de apoyo al presidente de la estaca; por lo tanto, cuando él llamó a votación nuevamente, mi compañero y yo nos unimos a los otros diez miembros del consejo para apoyar la decisión del presidente de la estaca.

Uno o dos meses después tuvo lugar la conferencia de estaca, en la cual se efectuaría la ordenación de aquellos que habían recibido llamamientos. La Autoridad General visitante era el élder Harold B. Lee, del Consejo de los Doce. Después de la conferencia, nos reunimos para las ordenaciones. Los primeros fueron un obispo, sus consejeros y algunos otros hermanos; luego le tocó el turno al hermano aquél, de ser ordenado por el élder Lee.

Mi amigo, que estaba sentado junto a mí, me hizo un gesto e inclinándose hacia mí, me dijo con una sonrisa:
—Bueno, hermano Packer, ahora veremos si la Iglesia es dirigida por revelación.
El élder Lee puso las manos sobre la cabeza del hermano y comenzó con las palabras que son comunes a toda ordenación. De pronto hizo una pausa, como vacilando; luego continuó, diciéndole lo siguiente:
—Las demás bendiciones que se relacionan con su vida, actividades y ocupación, y que se han pronunciado sobre la cabeza de las otras personas, se aplican también a usted mismo.

Pero hay otra bendición, que es para usted exclusivamente. Después de esto, procedió a darle una larga bendición, sumamente significativa, que, en realidad no era para él, sino para su esposa. Fue algo extremadamente interesante de observar.


Apenas terminó la reunión, me acerqué al élder Lee y le pregunté:
—¿Conocía usted al hermano . . . ?
—No —me contestó— No creo haberlo visto nunca hasta el momento en que entré aquí hoy.
Le comenté entonces:
—Recibió una bendición muy diferente a las de todos los demás.
El élder Lee me respondió.
—Sí. Yo también sentí eso.

Un tiempo después, el presidente de la estaca nos dijo:
—Había pensado hablar con el élder Lee sobre los problemas del hermano..., y decirle que necesitaría una bendición especial; pero con los apuros y el trabajo de la conferencia, se me olvidó hacerlo.
Tal como había comentado mi compañero de seminario, aquel día realmente vimos si la Iglesia es dirigida por revelación.

Comentarios

  1. Sé que la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es verdadera y que el Señor Jesucristo la dirige personalmente, este caso es prueba de ello.

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