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"CASADA con un MEDIO HOMBRE"

En una entrevista de restauración de bendiciones, un hombre al lado de su esposa relataba su conversión, su primera esposa, tres hijos, su fuerte impulso a lo material, llevó a descuidarlos y al divorcio, todo se derrumbó. Vendió su negocio, se mudó y empezó a vivir según el mundo que lo hundió más y más. Luego conoció a una mujer diferente tenía principios y se casaron. Al mes, la esposa lo sorprendió al preguntarle: "¿Por qué vislumbro bondad y grandeza en ti y luego se van, a veces siento que estoy casada con medio hombre?". El conmovido dijo: “Es hora de que lo sepas: Soy miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”. Y le explicó los principios básicos, el sacerdocio, su matrimonio en el templo con su exesposa. Cuando termino, ella estaba llorando. Y le dijo que nunca había escuchado algo tan hermoso. Preguntó: "¿Cómo podemos traer esas bendiciones a tu vida para que permanezcan?" Él le dijo buscar un obispo, confesar, ir a un consejo y largo período de arrepentimiento. La mujer dijo: “Cualquiera que sea el precio, lo pagaremos. Y comenzaremos ahora mismo”. Se vio al obispo, se llevó el consejo fue excomulgado. Y con esa buena mujer, subieron juntos el largo camino de regreso. Lucho cuatro años para bautizarse. Concluida la entrevista, se le restauro las bendiciones, y tan pronto como se pronunció el "Amén", la mujer corrió a sus brazos y dijo: "¡Ahora tengo un hombre completo, Ahora tengo un hombre completo!". Con demasiada frecuencia, no apreciamos el valor de algo hasta que se nos quita. Damos por sentado la salud hasta que llegue la enfermedad. ¿Por qué insistimos en aprender a lo difícil? ¿No deberíamos tomar lección de los que han tropezado? La vida sin duda es una escuela de golpes. Sin embargo, en las cosas espirituales, el riesgo de prueba y error es demasiado alto. Sin sacerdocio; casi en el no retorno, la esposa vio un destello de ese poder. Aunque no los conocía, vio esa chispa y sintió su singularidad. ¡Qué bendición fue que lo descubriera y que el reflexionara! Y cuán bendecido fue de encontrar a una compañera que quería que fuera un hombre completo. Una prueba, un error puede ser fatal; como esa tarde me dijo Elder Asay: “En la lengua vernácula del día, puede soplar las perspectivas de la eternidad”.

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