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Mostrando entradas de junio, 2011

Un hijo dulce y obediente o uno que pruebe su paciencia

Un hijo dulce y obediente hará que el padre y la madre solamente reciban un curso básico de crianza de los hijos. Si cuentan con la bendición de tener un hijo que pruebe su paciencia hasta la enésima potencia, recibirán el curso de postgrado de crianza de los hijos. En vez de preguntarse qué es lo que quizás hayan hecho mal en la vida premortal para merecer ese reto, podrían considerar al hijo que es un desafío como una bendición y una oportunidad para que ustedes lleguen a ser más semejantes a Dios . ¿Cuál de los hijos pondrá a prueba, desarrollará y refinará la paciencia, la longanimidad y otras virtudes cristianas en ustedes? ¿Sería posible que ustedes necesiten a ese niño tanto como él los necesita a ustedes? Todos hemos oído el consejo de condenar el pecado pero no al pecador. Del mismo modo, cuando nuestros hijos se comportan mal, tenemos que tener cuidado de no decir cosas que les hagan pensar que lo que ellos hicieron mal es lo que ellos son. “Nunca dejen que el fracaso pase d

“SÍ, PAPI, PERO TÚ ERES EL OBISPO Y YO TENÍA UN PROBLEMA."

La semana pasada entre algunos lideres que deseaban tener reuniones adicionales el domingo y otros no para estar con su familia, me recordo algunas cosas que aprendí del Pdte. Loren C. Dunn, y es en cuan corto es el tiempo con que cuenta un padre para influir en sus hijos. En los Estados Unidos y Canadá, si un niño tiene nueve años de edad, habrá pasado aproximadamente la mitad del tiempo que estará en el hogar. Para cuando tenga dieciocho años, quizás se encontrará fuera de la casa, asistiendo a la universidad o empezando de otra manera su propia vida. Para cuando tenga diecinueve, se encontrará cumpliendo su misión. En otros países del mundo el tiempo quizás sea aún más corto. El otro día me encontraba conversando con un obispo que me contó que su hija de ocho años fue a despertarlo a medianoche para hacerle una pregunta. A la mañana siguiente, el obispo le explicó a la niña que tenía demasiado quehacer y necesitaba dormir. Dijo que le estaría muy agradecido si no lo volviera a de

“LA RELACIÓN ESPECIAL DE PADRE, HIJOS E IGLESIA”

No creo que exista mejor relación que sea tan especial como la de entre un padre y sus hijos; relación nacida del amor, y esos profundos sentimientos que al principio se encuentran ahí por instinto y que más tarde es fomentada y desarrollada por medio del amor, la ternura y la consideración. Con ello no quiero degradar la divina relación de madre e hijo, pero una vez en la misión de visita a una hermana con los síntomas de su embarazo, la inexactitud de la repuesta de mi compañero al querer “Compenetrarse” diciéndole :¡Hermana se lo que Ud. esta sintiendo! me hizo meditar y comprender mi papel en el Plan. Por ello hablo de la relación de un padre para con sus hijos en el sentido que nunca he sido madre, y como la unión eterna con mi compañera aun es de mas de 17 pocos años, no me siento capaz de hablar desde ese punto de vista. Además de pensar firmemente, hablando en términos generales, que las madres de la Iglesia necesitan un poco más de ayuda de nosotros como padres par

Renovados en nuestra tarea como padres

Jesús, Se deleitaba en complacer a Su Padre y en obedécele. Siempre pensaba en Él; A diferencia de nosotros, no esperaba una necesidad para dirigirse hacia el cielo. Él ya estaba, instintivo, mirando hacia allá. Cuando el joven rico trató de llamarlo "bueno", Él desvió el cumplido diciendo que sólo uno merecía tal alabanza: Su padre. Me he preguntado cuando culmino su misión, cómo debió haber sido aquel reencuentro: el Padre que tanto amaba a este Su Hijo; el Hijo que honraba y reverenciaba a Su Padre en cada palabra y acto. Para dos que eran uno, ¿cómo debió haber sido aquel abrazo? ¿Cómo debe ser ese compañerismo divino ahora? Sólo podemos preguntarnos y podemos, este fin de semana, anhelar nosotros mismos vivir dignos de una porción de esa relación. ¿Es demasiado que nuestros hijos puedan sentir por nosotros una pequeña porción de los sentimientos que Jesús sintió por Su Padre? ¿Podríamos ganarnos más de ese amor al tratar de ser más de lo que Dios fue para Su hi