¿Recuerdan el relato bíblico de la mujer que padeció durante 12 años un problema debilitante? Ella expresó gran fe en el Salvador cuando exclamó: “… Si tocare tan solo su manto, quedaré sana”.
Esta mujer fiel y centrada necesitaba estirar lo más posible la mano para acceder al poder de Él. Su “estiramiento” físico era un símbolo de su “estiramiento” espiritual.
Muchos de nosotros hemos exclamado desde lo más profundo de nuestro corazón una variante de las palabras de esta mujer: “Si pudiera estirarme espiritualmente lo suficiente como para obtener el poder del Salvador en mi vida, sabría cómo afrontar mi desgarradora situación. Sabría qué hacer y tendría el poder para hacerlo”.
Cuando procuren el poder del Señor en su vida con la misma intensidad que tiene uno que se está ahogando y lucha por respirar, el poder proveniente de Jesucristo será de ustedes. Cuando el Salvador sepa que ustedes realmente desean acudir a Él cuando Él pueda sentir que el mayor deseo de sus corazones es obtener el poder de Él en sus vidas, serán guiados por el Espíritu Santo para saber exactamente lo que deben hacer.
Cuando se estiren espiritualmente más allá de lo que jamás se hayan esforzado, entonces Su poder se derramará sobre ustedes. Entonces comprenderán el profundo significado de las palabras que cantamos en el himno “El Espíritu de Dios”:
Aumenta el Señor nuestro entendimiento…
El conocimiento de Dios se extiende;
el velo del mundo se ve descorrer.
El evangelio de Jesucristo está lleno de Su poder, el cual está disponible para cada hija o hijo de Dios que lo busque fervientemente. Testifico que cuando obtenemos Su poder en nuestra vida, tanto Él como nosotros nos regocijamos.
Comentarios
Publicar un comentario