He conocido a algunos jovencitos que empezaron con todas las intenciones de permanecer firmes en su lealtad al Salvador, pero que se desviaron del camino porque no vieron lo malo tras unos ojos que aparentaban ser muy inofensivos. Vieron la diversión, el placer, la aceptación, pero no vieron las otras consecuencias.
Entonces, ¿cómo podemos discernir lo malo que se esconde tras algo que no parece ser malo?
Tú ya sabes las respuestas, pero aquí te presento unas ideas:
Primero, habla con tus padres. ¿Te parece esa una idea radical? Como padres, sabemos que nos falta mucho para ser perfectos, pero te amamos y, junto con tu madre, hay un profundo interés en que elijas lo bueno.
En seguida, sigue al profeta. A estos quince hombres a quienes sostenemos como profetas, videntes y reveladores se les da poder divino para ver lo que nosotros a veces no vemos. El presidente Hinckley nos ha dado consejos claros y específicos en cuanto a “lo malo tras los ojos sonrientes”. Y cuentan con la guía inspirada del folleto “Para la fortaleza de la juventud”. Si aplicas el consejo del presidente Hinckley, el Señor ha prometido que Él “dispersará los poderes de las tinieblas de ante vosotros”. Podrás ver “lo malo tras los ojos sonrientes” y su atractivo no te llamará la atención.
Algo de suma importancia es que permitas que el Espíritu Santo sea tu guía. El Señor ha prometido que si vivimos rectamente, la voz suave y apacible vendrá a nuestra mente y a nuestro corazón. Tú has sentido esa influencia; tú conoces esa voz.
Por último, logra tu propio testimonio del Salvador; ora fervientemente; lee el Libro de Mormón cuando nadie te vea; toma tiempo para pensar en quién es Jesús en realidad y la forma en que Su vida y Su sacrificio son importantes para ti.
Si permanecemos dignos, seremos bendecidos para “ver lo malo tras los ojos sonrientes”.
Élder Neil L. Andersen
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