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¿CUANDO ME CASARÉ?...



Las personas, en su mayoría, proyectan su casamiento con gran gozo y dulces presentimientos. Esto puede ser, en verdad, una ventaja para el buen éxito de uno de los eventos más significativos en la vida de un individuo. Pero también hay otros factores igualmente importantes que deben ser considerados. Quizás lo primero que uno tiene que examinar al pensar en el casamiento, es su propio concepto con respecto al mismo. Muchos individuos, sujetos a las circunstancias de la sociedad en que viven, piensan que el casamiento es algo que se desarrolla naturalmente. Muchas historias, películas y novelas describen las relaciones de un hombre y una mujer, quienes luego de unas pocas e insignificantes dificultades, se casan y viven ferices para siempre.

Sin embargo, esto no es tan fácil. El buen éxito de un matrimonio requiere que un hombre y una mujer conozcan y practiquen algunos principios esenciales de conducta. Exige que se respeten mutuamente. Ambos deben ser conscientes de las necesidades de cada uno. Por supuesto, el casamiento implica, entre otras cosas, asuntos financieros, la educación de los hijos, actividades sociales y religión; y cuanto más conocimiento y comprensión tenemos de todas estas cosas, mayores son las posibilidades de éxito y felicidad. Para los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de lo Últimos Días, el casamiento constituye un convenio sagrado establecido no sólo con nuestro cónyuge, sino también con nuestro Padre Celestial. Asimismo, todo hijo nacido de este matrimonio entra también en el convenio y constituye un eslabón que extenderá los efectos del mismo a las generaciones aún por nacer.

En consecuencia, todo Santo de lo Últimos Días deberá decidir positivamente acerca de su casamiento sólo cuando haya encontrado a la persona que reúna las características necesarias que posibilitarán la magnificación de dicho convenio. Tanto el hombre como la mujer deben poseer siquiera un cierto grado de madurez de diversa índole, puesto que el casamiento les otorga y exige algunas responsabilidades importantes e ineludibles. En esencia, existen cuatro clases diferentes de madurez, que analizaremos a continuación. (La madurez, por supuesto, es un proceso y va incrementándose a medida que vivimos.)

MADUREZ INTELECTUAL.
La madurez intelectual podría definirse como la habilidad para pensar y razonar lógicamente. ". . . Yo hablaría con el Todopoderoso, y querría razonar con Dios." (Job 13: 3.) Antes de adoptar cualquier posición, debemos obtener el mayor conocimiento pertinente posible. El Señor ha dicho: ". . . Atesorad constantemente en vuestras mentes las palabras de vida, y se os dará en la hora precisa aquella porción que le será medida a cada hombre." (Doc. y Con. 84: 85.) La persona que es capaz de pensar y razonar está en mejor condición para ver y considerar todos los aspectos intervinientes en cada caso. Y en la selección de un compañero o compañera, no será enceguecida por la carencia de información acerca de otras características principales relacionadas con aquel o aquella por quien siente atracción física.

MADUREZ EMOCIONAL.
Los sentimientos son parte de la personalidad humana. Todos tenemos emociones y una de las más grandes responsabilidades que el Señor nos ha confiado, es la de aprender a dominarlas. Esto significa que DEBEMOS CAPACITARNOS PARA EXPRESAR NUESTRAS EMOCIONES EN EL TIEMPO Y LUGAR DEBIDOS Y HASTA UN CIERTO LÍMITE APROPIADO. Lamentablemente, siendo más fácil, muchos se dejan, por el contrario, dominar por sus emociones. Por naturaleza, dos personas de sexo opuesto pueden experimentar una mutua atracción física y emocional. Muchas veces, esto basta para que innumerables personas decidan casarse. Y en realidad, éste es el ángulo que generalmente destacan las películas, las novelas, la radio y la televisión. No obstante, el individuo que posea madurez emocional concederá igual importancia a otros factores tales como los valores religiosos, los antecedentes, la inteligencia y la madurez de su compañera potencial. EVIDENTEMENTE, LA HABILIDAD DE CONTROLAR NUESTRAS EMOCIONES PUEDE SER UN ELEMENTO DE VALOR INCALCULABLE PARA NUESTRA VIDA Y FELICIDAD.

MADUREZ SOCIAL.
El casamiento implica una muy íntima relación entre dos personas. El aprender a trabajar positivamente en combinación con otros, constituye un verdadero cometido. Al respecto, cabe destacar la importancia del concepto definido como "unidad dual". Esto significa que dos individuos que forman una unidad o sociedad, están obligados y se respetan mutuamente. Dicho concepto connota la idea de que ambos son capaces de complementarse uno al otro, entenderse, alentarse y fortalecerse — pese a que uno pueda poseer ventajas o características que el otro no tenga o que las posea en un grado distinto. Una persona socialmente madura es capaz de manifestar constantemente una actitud positiva hacia otros. Busca establecer una relación amigable con ellos y logra ser aceptado y emulado más ampliamente. Una persona socialmente madura cuenta con el apoyo de influencias naturales que habrán de ayudarle notablemente en su matrimonio, su familia, su hogar y su sociedad.

MADUREZ ESPIRITUAL.". . .
Por que no soy yo solo," dijo el Salvador en cierta ocasión. (Juan 8: 16.) El Señor se refería al hecho de que Su Padre Celestial estaba constantemente con El en todo lo que hacía. Todo miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, tiene la oportunidad de obtener grandes influencias espirituales en su vida. De entre todas estas influencias, quizás la más importantes la que proviene del don del Espíritu Santo. Sí uno ha sido debidamente bautizado en la Iglesia, confirmado por uno que posea la autoridad genuina de Dios y demostrado su integridad al vivir los principios del evangelio, la influencia del Espíritu Santo puede ser un gran factor en todo lo que hace. Asimismo, si uno tiene un correcto entendimiento en cuanto al matrimonio y todo lo que el mismo abarca, y posee un conocimiento general de las cosas esenciales con él relacionadas; si cuenta con un razonable nivel de madurez en las áreas mencionadas y escoge sabiamente a la persona que habrá de compartir su vida futura, podrá tener fe y confianza en la realización de la clase de casamiento prescripto por nuestro Padre Celestial.

por Reed H. Bradford
Tomado de the Instructor)

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