
He aconsejado a muchos que han regresado del campo misional y han venido a mí con esta pregunta. Frecuentemente encontramos que los misioneros tienden a imitar a su presidente de misión. Si éste es un educador, gran número de misioneros querrá serlo; si es un hombre de negocios, muchos querrán estudiar administración de empresas; si es médico, muchos querrán dedicarse a la medicina, pues naturalmente desean imitar al hombre que respetan y admiran.
Mi consejo a los misioneros que regresan de su campo misional, y a cada persona joven, es que estudien y se preparen para el trabajo de la vida en la actividad que les produzca mayor gozo, porque van a pasar gran parte de la vida en esa esfera.
Creo que debe ser una actividad que ponga vuestro intelecto a prueba y que sirva para el uso máximo de vuestros talentos y capacidad; y finalmente, creo que debe ser un ámbito que os provea de suficiente remuneración como para cuidar adecuadamente de vuestra compañera e hijos.
Muchos pueden decir que son demasiadas pretensiones, pero os testifico que este criterio es muy importante para la elección del trabajo de toda la vida. Cito un pasaje por el cual el presidente David O. McKay tenía predilección: "Tú eres quien debe decidir si lo tomas o lo dejas . . . si te esforzarás por la meta que aún está lejana o si te contentarás con quedarte donde estás."("It's Up to You" en Design for Living, de Clinton T. Howell, New York: Grosset and Dunlap, 1970, pág. 30.)
La preparación adecuada realza la habilidad de pensar y decidir. Encontramos que hay mucha gente propensa a buscar excusas para sus fracasos. Os insto a no tener temor. Espero que no digáis: "No soy lo suficientemente inteligente como para estudiar química; estudiaré algo menos difícil". "No puedo ser lo suficientemente disciplinado como para estudiar este material tan difícil o como para estar en este campo tan amplio; por eso elegiré uno más fácil."
Os ruego que escojáis el camino arduo y que uséis vuestros talentos al máximo de vuestra capacidad, y nuestro Padre Celestial hará posible que logréis vuestra meta. Si se tropieza, o si se emprende un curso y no se alcanza la máxima calificación no debe tornearse en elemento de desánimo, sino por lo contrario, uno debe levantarse y probar de nuevo.
Considerad la experiencia del almirante Chester W. Nimitz. Cuando se graduó como alférez le dieron su primer comando en un destructor decrépito.Se llamaba Decatur,y todo lo que pudo hacer fue prepararlo para navegar. En uno de sus primeros viajes lo hizo encallar, lo cual dio inicio a un tribunal militar inmediato.
Si Chester Nimitz no hubiera sido la clase de hombre que era, aquella derrota habría destrozado su carrera. ¿Pero qué hizo? Dejó aquel fracaso a sus espaldas y siguió adelante hasta llegar a ser almirante de la flota mas grande que se conoció en este mundo, la Flota del Pacífico de los Estados Unidos. Mostró a todos que una derrota no podía aplastar a un hombre bueno.
Thomas S. Monson ( Oct/ 80)
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