Cuando se nos pregunta en cuanto al sacerdocio, muchos de nosotros podemos repetir una definición correcta, pero puede que en nuestra vida diaria haya muy poca evidencia de que nuestro entendimiento va más allá de esas palabras recitadas.
Hermanos, tenemos la oportunidad de escoger; podemos darnos por satisfechos con una vivencia limitada como poseedores del sacerdocio y conformarnos con experiencias muy por debajo de nuestro privilegio, o podemos participar del abundante banquete de oportunidades espirituales y bendiciones universales del sacerdocio.
Con demasiada frecuencia asistimos a reuniones y asentimos con la cabeza, incluso puede que sonriamos con comprensión y que estemos de acuerdo; anotamos algunas cosas que debemos hacer y tal vez nos digamos a nosotros mismos: “Eso es una cosa que haré”. Pero en algún lugar entre el escuchar, el escribir un recordatorio en nuestro teléfono multiuso y el ponerlo en práctica, nuestra palanca de “hacerlo” se mueve a la posición de “más tarde”. Hermanos, ¡asegurémonos de colocar la palanca de “hacerlo” en la posición de “ahora”!
Al leer las Escrituras y escuchar las palabras de los profetas con todo el corazón y mente, el Señor les dirá cómo vivir a la altura de sus privilegios en el sacerdocio. No dejen pasar un día sin hacer algo para responder a los susurros del Espíritu.
Primero: Lean el manual del usuario
Si tuviesen la computadora más avanzada y costosa del mundo, ¿la usarían sólo como adorno? Puede que se vea impresionante; puede que tenga un gran potencial; pero es sólo cuando leen el manual del usuario, aprenden cómo usar los programas y la encienden que aprovechan su potencial completo.
El santo sacerdocio de Dios también tiene un manual del usuario. Comprometámonos a leer las Escrituras y los manuales con mayor propósito y enfoque.
Segundo: Busquen la revelación del Espíritu.
Un testimonio seguro de Jesucristo y de Su evangelio restaurado requiere más que conocimiento; requiere revelación personal, ratificada por medio de la aplicación dedicada y honrada de los principios del Evangelio.
Tercero: Obtengan gozo en el servicio del sacerdocio
Hermanos, ¡nuestra religión es una religión de júbilo! ¡Somos muy bendecidos por poseer el sacerdocio de Dios! En el libro de Salmos leemos: “Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte; andarán, oh Jehová, a la luz de tu rostro” . Podemos sentir ese gozo sublime si simplemente lo buscamos.
Con demasiada frecuencia dejamos de sentir la felicidad que viene por el diario servicio práctico del sacerdocio. En ocasiones las asignaciones pueden parecer cargas. Hermanos, no vayamos por la vida inmersos en el cansancio, la preocupación y las quejas. Vivimos por debajo de nuestros privilegios cuando permitimos que las preocupaciones mundanas nos alejen del abundante gozo que viene a través del fiel y dedicado servicio del sacerdocio, en especial dentro de las paredes de nuestro hogar. Vivimos por debajo de nuestras posibilidades cuando no participamos del banquete de felicidad, paz y gozo que Dios concede tan profusamente a los fieles siervos del sacerdocio.
Presidente Dieter F. Uchtdorf (SESION DEL SACERDOCIO ABRIL 2011)
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