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SEÑOR, DAME EXPERIENCIA, PERO NO ME DES PESAR

La fe de algunos se ha visto menoscabada por circunstancias, como enfermedades crónicas o graves, angustiosos apuros económicos, la pérdida de un ser querido o un profundo desengaño con el cónyuge o con algún amigo. A algunos les ha vencido el preocuparse por lo del mundo, o sea, las fatigosas cosas superficiales de la vida A ellos sin duda vienen bien las palabras de Emerson: “Dadme verdades, porque lo superficial me tiene hastiado” (“Blight”, en The Complete Writings of Ralph Waldo Emerson, Nueva York: Wm. H. Wise & Co., 1929, pág. 874). 

 Últimamente he recibido muchas notas con respecto a ello aun no he podido contestar a todas, permítanme hoy recordar con ustedes algo que me enseño Elder Maxwell y sean cuales fueren las causas precedentes, cualquier desfallecimiento del animo trae consigo cierta perdida de la conciencia espiritual y, junto con ella, la inclinación a atribuir despropósitos a Dios La advertencia de no cansarnos de hacer el bien contiene la prescripción para evitar esa fatiga. Hemos de trabajar en forma constante y de manera realista sólo para esperar segar “a su tiempo” (Gálatas 6:9).

Tenemos que servir siendo “mansos y humildes de corazón”, para evitar así las fatigosas cargas de la autocompasión y la hipocresía. Tenemos que orar siempre para no desmayar, a fin de que nuestras obras sean en verdad para el beneficio de nuestras almas, lo cual es muchísimo mas que tan sólo una petición mecánica. Aun cuando seamos justamente disciplinados o reprendidos, no debemos desmayar, puesto que junto con la reprensión viene el renovador amor del Señor: “Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por el; “porque el Señor al que ama, disciplina…”(Hebreos 12:5-8). 

 Por consiguiente, no se puede estar lleno de fe y libre de pruebas. El presidente Wilford Woodruff nos hizo ver la bendición inherente a las pruebas de la adversidad: “Los infortunios que hemos padecido de cuando en cuando han sido para nuestro bien, pues son esenciales para aprender sabiduría y enseñarnos lo que sólo se puede aprender por la experiencia” (en Journal of Discourses, tomo II, pág. 198).

 Entonces, ¿por que vosotros y yo habríamos de esperar ingenuamente pasar con comodidad por la vida, como diciendo: “SEÑOR, DAME EXPERIENCIA, PERO NO ME DES PESAR, NI AFLICCIÓN, NI DOLOR, NI OPOSICIÓN, NI TRAICIÓN, Y, POR CIERTO, NO ME ABANDONES. ¡EVÍTAME, SEÑOR, TODAS LAS PRUEBAS QUE HAN HECHO DE TI LO QUE TU ERES! Y DESPUÉS, ¡PERMÍTEME MORAR CONTIGO Y PARTICIPAR PLENAMENTE DE TU GOZO!” EL SERVIR, EL ESTUDIAR, EL ORAR Y EL ADORAR A DIOS SON LOS CUATRO PUNTOS FUNDAMENTALES ,Si dejamos de alimentar nuestra fe en cualquiera de esas cuatro formas, seremos vulnerables. 

 El no estudiar, por ejemplo, equivale a desnutrirse intelectual y espiritualmente. “Porque ¿cómo conoce un hombre al amo a quien no ha servido, que es un extraño para el, y se halla lejos de los pensamientos y de las intenciones de su corazón? (Mosíah 5:13.) La falta de la ferviente oración personal y de la profunda y verdadera adoración a Dios también corroe nuestra fe, por lo cual podríamos desmayar “en el día de la tribulación” (D. y C. 109:38).

Gran parte de cualquier tipo de cansancio se debe a la tarea de llevar a cuestas al extenuante hombre natural. A diferencia de nuestros semejantes, el hombre natural pesa mucho Y ¡NO ES NUESTRO HERMANO! La vida se ha proyectado de tal manera que tenemos que “vencer por la fe” (D. y C. 76:53) y no por agudeza intelectual, ni por riquezas ni por pericia política.

Elder Neal A. Maxwell Of the Quorum of the Twelve Apostles

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