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Dejemos por algunos momentos los catálogos de Navidad



El recordado cuento navideño de 0. Henry acerca de un joven esposo y su mujer que vivían en una pobreza tremenda, pero aun así, deseaban darse un regalo especial el uno al otro. No tenían nada que regalarse, pero el esposo tuvo una gran idea. “Voy a comprarle a mi querida esposa un hermoso broche para el pelo, con el fin de que adorne su hermoso y largo cabello negro. La esposa también tuvo una brillante idea: “Voy a comprar una preciosa cadena para el valioso reloj que mi esposo tiene en tanta estima”.

Finalmente llegó el día de la Navidad y la pareja intercambió sus preciados regalos. Entonces llegó el sorprendente final, tan típico de los cuentos cortos de 0. Henry. La esposa se había cortado el cabello para venderlo y obtener así el dinero necesario para comprar la cadena para el reloj de su esposo, sólo para descubrir que mientras tanto, aquel había vendido el reloj para comprarle un broche para adornar el hermoso cabello largo que ella se había cortado

Dejemos por algunos momentos los catálogos de Navidad describiendo sus exóticos regalos. Mas aun, dejemos a un lado las flores para mama, la corbata especial para papa, la hermosa muñeca, el tren con su estridente silbato, la tan esperada bicicleta, incluso los libros y videos de ciencia ficción, y dirijamos nuestros pensamientos hacia los dones, que son regalos perdurables que Dios nos da

Primero: el don del nacimiento. Este don se nos ha concedido a todos los que venimos a la tierra.Nuestros padres nos han otorgado ese maravilloso regalo. Es nuestra, entonces, la responsabilidad de demostrar nuestra gratitud por medio de nuestros hechos.La gratitud hacia nuestra madre por el don del nacimiento es igual y aun mas grande que la que debemos a nuestro padre.

Segundo: el don de la paz. En el ruidoso mundo en que vivimos La manera de obtener la paz es por medio de la oración diaria. El sentimiento que alberga un corazón, expresado con humildad, en lugar de convertirse en una recitación de palabras simplemente, proporciona la paz que se busca.En la obra de Shakespeare, Hamlet, el inicuo rey Claudius se arrodilla y trata de orar, pero se levanta decepcionado y dice: “Mis palabras vuelan a lo alto; mis pensamientos quedan en la tierra; palabras sin pensamientos no van al cielo” (William Shakespeare, Obras Completas, pág. 1367).

Tercero: el don del amor Unas pocas líneas de la letra de la obra musical “The Sound of Music” (La novicia rebelde), indican un curso de acción que todos deberíamos seguir:
Una campana no es campana hasta que la hacen sonar;
Una canción no es canción hasta que se le. oye cantar;
Y. el amor no fue puesto en el corazón para sonar.
Porque el amor no es amor si no lo usamos para amar.

Cuarto: el don de la vida, la inmortalidad. El plan de nuestro Padre Celestial contiene la más grande expresión de amor verdadero.Quiero terminar con las palabras de un venerado profeta, el presidente Harold B. Lee: “La vida es un don que Dios otorgó al hombre. Lo que hagamos con nuestra vida será el regalo que nosotros le otorguemos a Dios”.

Thomas S. Monson, "Los Dones Y Los Regalos", liahona, May 1993

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