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El cosechar los beneficios de la honestidad y el trabajo fiel



Cuando comencé con mi negocio de seguros, una de las personas que firmaban las garantías me sugirió que le pidiera a un hombre muy conocido en el mundo de los negocios que pusiera la otra firma que se requería para dichas garantías.Le expliqué que yo conocía muy ligeramente a aquella persona y temía que no estuviera dispuesta a poner su firma en un documento por el cual era yo responsable, para responder por mí en el caso de que yo fracasara.

El mencionado hermano insistió, por lo tanto,fui a solicitar la firma de la persona indicada;pero tal como yo había pensado, él se negó a hacerlo. Me fui de allí directamente a mi oficina y apenas había llegado cuando un mensajero del banco donde ese hombre trabajaba llegó, y me dijo que el señor H. deseaba verme; yo le respondí que acababa de verlo y que la conversación que había tenido con él no me había dejado un deseo muy grande de volver a entrevistarlo.

El mensajero insistió y por lo tanto decidí volver. Al llegar al banco el señor H. me dijo: "Joven, déme esas garantías". Luego de firmarlas agregó:"Cuando usted estuvo acá hace un rato, yo no lo conocía; lo había visto algunas veces en la calle en los últimos años, y había hablado con usted una o dos veces pero realmente no lo conocía.

Después que usted se fue, pregunté quién era y cuando supe que era hijo de Jedediah M. Grant inmediatamente envié a buscarlo. Es un placer para mí firmar sus garantías; pienso que sabiendo que es hijo del hermano Jedediah, es posible que hasta estuviera dispuesto a firmarlas aun cuando yo mismo tuviera que pagar más tarde; sin embargo, no tengo el menor temor de que eso suceda".

Después, me relató una serie de anécdotas de mi padre que mostraban el amor y la confianza que tenía en él el Señor. Todo lo que él me dijo, me llenó el corazón de gratitud hacia Dios por haberme dado un padre así, y jamás he olvidado aquellos elogios; éstos me llenaron de un fuerte deseo de vivir y trabajar en tal forma, que mis hijos pudieran beneficiarse aun después que yo me hubiera ido de esta vida, solamente por causa de mi foja de servicios.


Lo que sucedió aquel día me impresionó profundamente y me hizo comprender los beneficios que pueden derivarse de tener un buen padre. Aunque mi padre murió cuando yo era un bebé de solamente nueve días, veinte años después de su muerte estaba cosechando los beneficios de su honestidad y su trabajo fiel; el incidente al cual me referí sucedió hace veintitrés años, y desde entonces he recibido muchas bendiciones más por causa de la honestidad e integridad de mi padre.

Afirmo que cada miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, tiene el deber de ordenar su vida de tal manera que su ejemplo sea digno de emulación por parte de todos los que le conozcan, atrayendo en esta forma sobre sí y sobre su posteridad el honor y las bendiciones, y también ganando amigos para la obra del Señor, lo cual debe ser la más elevada ambición de todo Santo de los Últimos Días.

Heber J. Grant, séptimo presidente de la Iglesia (Improvement Era)

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