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Un antídoto confiable a nuestra inmadurez



Las Escrituras nos dicen que Dios “es el mismo... ayer, hoy y para siempre (D. y C. 20:12). La verdad inmutable de nuestro Padre Celestial tanto en palabra como en hechos permitió que el Salvador confiara en las enseñanzas de su Padre y se entregara a la voluntad de El.

En forma similar, será más probable que nuestros hijos crean en nuestras enseñanzas y sigan nuestro ejemplo si nos esforzamos por ser constantes.

Nadie es perfecto. Todos intentamos reaccionar con calma cuando alguien tira un vaso de leche, saca una mala calificación en la escuela o llega tarde a casa después de una fiesta. Sin embargo, a veces nos alteramos.

Pero existe un antídoto confiable a nuestra inmadurez al tratar con hijos inmaduros, y es el esforzarnos por ser constantes en responder correctamente.

Si con un espíritu de amor podemos estar dispuestos a hacer el bien, tarde o temprano llegaremos a reducir al mínimo los efectos de nuestras debilidades. La constancia es más valiosa que el comportamiento exagerado de cualquier tipo.

No podemos esperar que con expresiones exageradas de amor podamos moderar los efectos del enojo desenfrenado. Esfuércese constantemente por contener las emociones negativas.

En uno de tantos casos, un padre reaccionó con ira ante las malas notas escolares de su hija. La preocupación que sentía por su futuro obstaculizó la resolución que había tomado de razonar con ella.

En medio del problema, intercambiaron palabras ásperas y concluyeron ofendidos. Después de calmarse, el padre fue al lado de su hija, la abrazó y le dijo que la quería y que su explosión había sido a causa de la preocupación y no por la falta de amor.

Ambos derramaron lágrimas y sintieron que el lazo que existía entre ellos se fortaleció aún más. Durante los meses subsiguientes, el padre constantemente se esforzó por expresar su amor a su hija y ella mejoró en su rendimiento escolar, hasta llegar a convertirse en una alumna excelente.

Aunque ese padre aún no era perfecto en dar el buen ejemplo, sí era constante en expresar su amor. No cabe duda de que sus hijos serán aún más bendecidos conforme él aprenda a permanecer calmado con mayor frecuencia.

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