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LA OBEDIENCIA SUPONE UNA ACTITUD SUPERIOR A LA SIMPLE SUMISIÓN



El presidente David O. McKay dijo: “Las tres palabras importantes que se emplean en el duodécimo Artículo de Fe expresan la actitud apropiada de los miembros de la Iglesia con respecto a la ley. Esas palabras son: obedecer, honrar y sostener. EL ARTÍCULO NO DICE QUE CREAMOS EN LA SUMISIÓN A LA LEY. LA OBEDIENCIA SUPONE UNA ACTITUD SUPERIOR A LA SIMPLE SUMISIÓN, puesto que la obediencia tiene sus raíces en la buena intención; la sumisión puede surgir del egoísmo o de la pobreza espiritual. Aunque tanto la obediencia como la sumisión suponen la restricción de la propia voluntad, SOMOS OBEDIENTES SÓLO POR UN SENTIDO DEL BIEN; SOMOS SUMISOS POR UN SENTIDO DE NECESIDAD.

“El honrar expresa un acto o actitud de un inferior hacia un superior. Cuando se aplica a las cosas, se entiende en el sentido de considerar con honor. Así, pues, al honrar la ley, la consideramos un estatuto que está por encima de los deseos egoístas o caprichos.“Sostener significa apoyar, impedir que algo caiga. Sostener la ley, entonces, es refrenarse de decir o hacer cosa alguna que la debilite o la torne ineficaz. “Obedecemos la ley por un sentido del bien. “Honramos la ley porque es necesaria y porque fortalece a la sociedad. “Sostenemos la ley al observarla con respeto.” (Ver en Conference Report, abril de 1937, pág. 28.)


En el libro de Artículos de Fe, págs. 464-465 el élder James E. Talmage nos dice: “Muchas veces se ha preguntado más o menos lo siguiente a la Iglesia y a sus miembros individuales: En caso de haber un conflicto entre lo que requiere la palabra revelada de Dios y lo que impone la ley secular, ¿cuál de estas autoridades obedecerían los miembros de la Iglesia? Por vía de respuesta se pueden citar las palabras de Cristo: Es el deber del pueblo dar a ‘César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios’.

En la actualidad no se ha establecido sobre la tierra el reino de los cielos, como poder terrenal, con un rey soberano que ejerza autoridad directa y personal en asuntos temporales. Las ramas de la Iglesia, como tales, y los miembros que las integran, son súbditos de los varios gobiernos dentro de cuyos distintos confines existen las organizaciones de la Iglesia. En esta época de comparativa cultura y libertad no hay razón para creer que de una manera directa se obstruyera el derecho de la adoración privada y la devoción individual.

En todas las naciones civilizadas, se concede a la gente el derecho de orar y este derecho está protegido por lo que propiamente puede llamarse una ley común del género humano. Ninguna alma sincera queda privada de la comunicación con su Dios; y, estando abierta esta vía de comunicación, se puede pedir un alivio de leyes gravosas, así como retribución por ultrajes sufridos, a aquel Poder que domina las naciones”


El presidente N. Eldon Tanner habló concerniente al asunto de enfrentar leyes injustas:“Muchos dudan de que ciertas leyes promulgadas por sus respectivos gobernantes sean constitucionales, aunque las hayan instituido autoridades del país, y consideran, por ende, que pueden desafiarlas y desobedecerlas.“Abraham Lincoln dijo: ‘Si existen leyes injustas, deben abrogarse a la mayor brevedad posible; no obstante, mientras continúen en vigencia, deben observarse’.“Y TAL ES LA ACTITUD DE LA IGLESIA CON RESPECTO A LA OBSERVANCIA DE LA LEY.“No hay justificación para los individuos que quebrantan las leyes o que intentan hacerlas valer por su propia mano. “El deber de los ciudadanos de cualquier país es recordar que tienen responsabilidades individuales y que deben ajustarse a las leyes del país en que viven...” (“Las leyes de Dios”, Liahona, febrero de 1976, pág.70.)

El presidente Joseph Fielding Smith también enseñó que la rebelión no es el camino aprobado para los miembros de la Iglesia: “No puede considerarse un buen miembro de la Iglesia aquella persona cuya vida se rebela contra el orden establecido de decencia y obediencia a la ley. No podemos rebelamos en contra de la ley y estar en armonía con el Señor, porque El ha dicho: ‘Sujetaos, pues, a las potestades existentes, hasta que reine aquel cuyo derecho es reinar...’ (D. y C. 58:22). Y El vendrá uno de estos días” (Liahona, diciembre de 1971, pág. 2).

La única excepción a este principio sería cuando el Señor dirigiera a su pueblo, por medio de sus profetas, a tomar una posición contraria a la de un gobierno o una ley . De no ser así, reconocen la autoridad del gobierno establecido.

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