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"Hasta que la muerte os separe..."



Bueno, ahora terminare el asunto del blog anterior, El Señor ha sido muy específico y definitivo cuando se refiere a los asuntos del matrimonio:

"Porque éste es un día de amonestación y no de muchas palabras. Porque yo, el Señor, no he de ser burlado en los últimos días." (D. y C. 63:58.) Dicen también las escrituras: ". . . Dios no es Dios de muertos, sino de vivos" (Mateo 22:32).

No existen más muertos que aquellos que han elegido morir con respecto a la ley, los que eligieron morir en relación a los beneficios que recibe el que observa la ley, en relación a las bendiciones y a la naturaleza eterna del don de la obediencia.

En la actualidad encontramos mucha gente que arbitrariamente se forma sus propias conclusiones y justificativos, que calcula, evalúa y desarrolla sus propias opiniones y que, dando coces contra el aguijón, cierra las puertas de sus oportunidades.

Hace algún tiempo vino a verme una madre que se encontraba en un profundo estado de angustia. Había quedado sola en la vida cuando su hijo y la esposa habían fallecido en un accidente, dejando varios niños pequeños. Esa madre se encontraba profundamente preocupada porque los muertos nunca habían sido sellados en el templo.

A pesar de ser ambos de muy buenas familias, ya sea por ignorancia o por desidia, nunca habían consumado el matrimonio eterno.Habían vivido para ese entonces un buen porcentaje de su vida terrestre y aún así no habían llevado a cabo esa ordenanza. El accidente entonces, se presentaba ante ellos como la consumación de una separación definitiva.

La tan famosa declaración de los casamientos civiles que dice: "hasta que la muerte os separe. . ." dejaba solos y huérfanos a sus hijos. Claro que alguien puede efectuar la obra en el templo por esa pareja después de un año del fallecimiento, pero, ¿aceptarán esos jóvenes las ordenanzas selladuras en la muerte, cuando las despreciaron o no las consideraron importantes en vida? y, sobre todas las cosas, ¿creéis que el Señor podrá ser burlado? El es el Dios de las vivos y no de los muertos y considerará esta ordenanza como de alguien que podría haberla realizado personalmente en vida.

¿Se os ha ocurrido alguna vez la idea de que en la muerte no hay magia? ¿Que por el hecho de dejar de respirar, las personas que en esta vida no lo hayan merecido no van a llegar a ser ángeles? ¿Que la muerte no convierte en creyentes a los incrédulos y que no hace tener fe a los infieles o escépticos?

¿Alguna vez os habéis detenido a estudiar cuidadosamente la parábola de las diez vírgenes? Si lo habéis hecho, sabréis que aquéllas que se habían estado preparando para las bendiciones prometidas estaban listas en el momento preciso, pero que las que por el contrario, habían menospreciado la importancia de la preparación, fueron desechadas. La negligencia es un verdadero ladrón.

Nuevo será el espíritu que existirá en Sión el día en que las jovencitas les digan a sus novios: "Si no puedes conseguir una recomendación para el templo, no estoy dispuesta a atarme a ti, ni siquiera por la duración de esta vida." Del mismo modo que cuando los jóvenes que regresan de la misión les digan a sus novias: "Lo siento mucho, pero a pesar de lo mucho que te amo, no podré casarme contigo a no ser que lo hagamos en el Templo del Señor."

PDTE SPENCER W. KIMBALL

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