Quiero hablar principalmente a los jóvenes de la Iglesia de todo el mundo. Sus circunstancias y dificultades varían mucho, pero todos ustedes están en esa etapa en que las decisiones que tomen afectarán el resto de su vida. Quiero hablarles como amigo, con el sincero deseo de ayudarles a obtener el mayor beneficio de este crucial período de prueba; quiero hablarles como le hablaría a un hijo, para decirle lo que sé que es verdad. Ruego que entiendan la importancia de los tres principios
El primer principio:
Pon al Salvador, Sus enseñanzas y Su Iglesia en el centro de tu vida; haz que todas tus decisiones se ajusten a esta norma.Este principio te ayudará durante los períodos de pruebas y de progreso. El progreso ocurre en ciclos que se cimentan entre sí, cada uno edificándose sobre el anterior, y aumentan nuestra capacidad y comprensión. No siempre son fáciles, pero sí son beneficiosos. Al
andar en la senda de la rectitud, aumentará tu fortaleza, comprensión y propia estimación; descubrirás que tenías mucho más talento del que pensabas, como así también nuevas habilidades.
El segundo principio:
Comprende que la felicidad permanente se obtiene por lo que tú seas, y no por lo que tengas.El gozo verdadero procede de un carácter recto y éste se edifica al tomar invariablemente decisiones justas. Si empleas tus bienes en ayudar a otros, a tu familia y a tu prójimo, las posesiones materiales no te dominarán. Tus decisiones rectas determinan lo que eres y qué es lo más importante para ti; además, te facilitan hacer lo bueno. Para lograr la felicidad ahora y durante toda tu vida, sé firme en tu determinación de obedecer al Señor, sea cual fuere la presión que otros ejerzan para que hagas lo contrario.
Y el último principio:
Sé moralmente limpio.
El Señor ha prohibido toda intimidad sexual fuera del matrimonio, y recalco que esto incluye cualquier contacto con las partes privadas y sagradas del cuerpo, lo cual constituye un pecado y está prohibido por Dios. Aunque el mundo tenga otras normas, tú debes ser moralmente limpio por muchas razones. La principal es que es un mandamiento del Señor cuya violación El considera un pecado grave que acarrea gran sufrimiento. Con el fin de guardar este sagrado mandamiento, en los momentos en que sientas la influencia del Espíritu Santo, establece normas específicas de lo que harás o no harás cuando te sientas tentado, porque por cierto lo serás. Y cuando te enfrentes a esa lucha, pase lo que pase, sea cual fuere la presión que otros estén ejerciendo sobre ti, no te desvíes de las normas que te has impuesto. Satanás usará la justificación para destruirte. El retorcerá lo que sabes que está mal para que parezca
aceptable y te llevará gradualmente a la destrucción. El amor según el
Señor eleva, protege, respeta y ennoblece, y motiva a sacrificarse el uno por el otro. Satanás fomenta el amor falso, que es la lujuria, la cual motiva el deseo de saciar el apetito personal; y el que lo practica es indiferente al dolor y a la destrucción que causa. Aunque a menudo se disfraza de halagos, lo que lo motiva es el deseo de saciar sus propios deseos. Tú sabes cómo vivir en forma limpia y correcta, y confiamos en que así lo harás. El Señor te bendecirá abundantemente y te ayudará a mantenerte puro y limpio.
Elder Richard Scoot
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