Hay un viejo ejemplo, un ejemplo de tipo escolar, relacionado con ese tema: Podemos tomar una varilla de hierro y colocarla entre limaduras de hierro sin provocar, al parecer, ningún cambio; la varilla no es magnética. Pero si enredamos en esa misma varilla un alambre portador de corriente eléctrica, se convierte en un imán. Aunque la varilla no ha cambiado de forma ni a lo ancho ni a lo largo, ha sufrido un profundo cambio. Se ha transformado de tal manera que ahora atrae las limaduras de hierro o cualquier otra cosa que entre dentro de su campo magnético. Del mismo modo, si nosotros, hombres y mujeres, pudiéramos envolvernos en la obediencia al amor de Dios, y vivir como debiéramos, sufriríamos un cambio maravilloso, y luego nosotros también podríamos oír los mensajes del mundo invisible.
"Vi un ejemplo de este principio hace algunos años cuando servía como presidente de estaca. Tuvimos un caso muy grave que llegó al sumo consejo y a la presidencia de la estaca, y que dio como resultado la excomunión de un hombre que había hecho daño a una delicada jovencita. Después de una sesión de casi toda la noche, que terminó con esa decisión, fui a mi oficina a la mañana siguiente sintiéndome bastante cansado, sólo para encontrarme con el hermano de aquel hombre. Me dijo:
"—Quiero decirle que mi hermano no es culpable de lo que ustedes le han imputado.
"—¿Cómo sabe usted que no es culpable? —le pregunté.
"—Porque oré, y el Señor me dijo que era inocente —contestó el hombre.
"Le pedí que entrara a mi oficina y nos sentamos, luego le pregunte:
"—¿Le importaría si le hago algunas preguntas personales?
"El contestó: "—Claro que no.
"—¿Qué edad tiene usted? "—Cuarenta y siete años.
"—¿Qué grado de sacerdocio tiene? "Dijo que creía que era maestro.
"—¿Guarda usted la Palabra de Sabiduría?"El contestó: "—Bueno, no.
"Era evidente que fumaba.
"—¿Paga diezmos? "El dijo: "—No, y no pienso hacerlo mientras ese tal por cual sea obispo.
"Yo le pregunté: "
—¿Asiste a las reuniones del sacerdocio? "Contestó:
"—No señor, y no pienso hacerlo mientras ese tal por cual sea el obispo.
"—¿Tampoco asiste a las reuniones sacramentales "—No, señor.
"—¿Tiene oraciones familiares?"El dijo:"—No.
"—¿Estudia las Escrituras?
"Dijo que sus ojos no estaban muy bien y que no podía leer mucho.
"Entonces yo le dije:
"—En mi casa tengo un magnífico aparato de radio. Cuando todo funciona en perfecto orden podemos mover el sintonizador hasta la estación deseada y recibir la voz de un locutor o de un cantante, a veces desde el otro extremo del continente, y en algunas ocasiones desde el otro lado del mundo, trayéndonoslas hasta nuestra habitación como si ellos estuvieran hablando allí. Pero después de haberlo utilizado por algún tiempo, hay algunos pequeños y delicados instrumentos o dispositivos eléctricos en su interior llamadaslámparas que comienzan a fallar. Cuando una de ellas se funde, comenzamos a percibir una cierta estática y no se escucha muy claro. Luego cuando otra se descompone y no le prestamos atención, llegará el momento en que la radio dejará de funcionar justamente cuando está por hacerse el gol en un partido de fútbol. Si aun así no le prestamos atención, llegará el momento en que el aparato continuará luciendo como siempre, pero algo habrá sucedido en su interior, y no podremos oír más al cantante o al locutor.
"—Ahora —le dije—, usted y yo tenemos en nuestra alma algo parecido que podría ser el equivalente a esas lámparas de radio. Tendremos lo que podríamos llamar una lámpara de 'Ve a la reunión sacramental', otra de 'Guarda la Palabra de Sabiduría', otra de 'Paga tus diezmos', otra de 'Haz tu oración familiar', otra de 'Lee las Escrituras', y, como la más importante, la que podría ser la lámpara principal de toda nuestra alma, la de 'Mantente limpio moralmente'. Si cualquiera se fundiera por falta de uso o por no estar activa, cuando fallamos en guardar los mandamientos de Dios, tendría el mismo efecto en nuestro ser
espiritual que el que tiene la lámpara fundida en el aparato de radio de mi casa. "—Ahora bien —le dije—, quince de los hombres más rectos que viven en la estaca Pioneer oraron la noche pasada. Ellos escucharon la evidencia, y cada uno estuvo de acuerdo en que su hermano era culpable. Ahora usted, que no cumple con ninguna de las normas, dice que oró y que obtuvo una respuesta diferente. ¿Cómo puede explicarse? "Entonces este hermano dio una respuesta que creo que puede ser clásica. El dijo:
"—Bien, presidente Lee, creo que mi respuesta vino de una fuente equivocada.
"Y vosotros sabéis que ésa es una gran verdad. Obtenemos nuestra respuesta de la fuente de poder que estamos prontos a obedecer. Si estamos guardando los mandamientos del diablo, obtendremos la respuesta del diablo. Si estamos guardando los mandamientos de Dios, obtendremos los mandamientos de nuestro Padre Celestial para nuestra guía y dirección." (Harold B. Lee, Divine Revelation, Brigham Young University, Speechesof the Year,
15 de octubre de 1952, págs.4-6.)
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