Es muy bueno tener en mente, tres grandes ideales que contribuyen a la felicidad después de la ceremonia del matrimonio.
EL PRIMERO ES LEALTAD.
Esposo, no tienes derecho a prestar atención a ninguna otra mujer que no sea tu dulce esposa. Y esposa, tu deber es para con tu marido. Juntos sois una pareja invencible para establecer un hogar. ¡Siempre ejerced lealtad al gran convenio hecho en el altar!
EL SEGUNDO IDEAL ES AUTOCONTROL.
Pueden suceder pequeñas cosas que molestan, y quizá el hablar rápidamente, cortante, ruidosamente, hieren el corazón del otro. No conozco otra virtud que ayude más a la contribución de felicidad y paz en el hogar, que la gran cualidad del autocontrol al hablar. Abstente de decir la palabra áspera que viene a la mente cuando estás herido o cuando algo te ofende. Recuerda que en pocos minutos estarás contento de no haber dicho la palabra áspera y no haber cometido el acto impulsivo. El resultado es amor y paz en el hogar.
EL TERCERO ES AQUELLA SIMPLE Y PEQUEÑA VIRTUD DE CORTESÍA CON LOS NIÑOS.
Próximo a la vida eterna, el regalo más precioso que nuestro Padre Celestial puede dar a un hombre y a una mujer son los niños. Hay tres cosas fundamentales a las cuales cada niño tiene derecho: un nombre respetable, sentido de seguridad y oportunidades para su desarrollo. El hogar es el centro de todo esto. Es allí donde el niño desarrolla la confianza y fuerza que brotan del autodominio. Es allí donde el niño aprende a respetar el derecho de otros. Es en un hogar paternal bien dirigido, en donde los hombres y mujeres desarrollan un conocimiento interior de que la verdadera felicidad reposa en adaptar su vida a las leyes de la naturaleza y a las reglas de conducta social. Cuando los padres muestran cortesía a sus hijos y éstos son corteses con el padre y la madre, hay un elemento de refinamiento en el hogar.
¡LEALTAD, AUTODOMINIO, CORTESÍA!
por el presidente David O. McKay
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