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Es tradicional para muchas personas hacer resoluciones especíales al comienzo de cada nuevo año; resoluciones para abandonar malos hábitos y formar y fortalecer hábitos y actitudes buenas. Y ciertamente no hay nada malo en esto, pero es casi infalible que las resoluciones de Año Nuevo siempre sean olvidadas.
Una de las razones principales por las que estas resoluciones no son llevadas a cabo, es que muchas de las personas que las hacen están tratando de vivir un año en lugar de un día a la vez.
Puede ser desalentador esperar un año de lucha y esfuerzo constantes, pero no es muy difícil refrenarse de un hábito malo o practicar un buen hábito cada día. La persona que haga esto se asombrará de cuan fácil es cambiar su vida para mejorarla.
Otra de las razones por las que se quebrantan las resoluciones es que tenemos la tendencia a involucrarnos de tal modo en la rutina del vivir que olvidamos nuestras buenas intenciones y no nos concentramos en ellas como deberíamos.
Quizás una manera de vencer este obstáculo sea apartar un corto período de tiempo de meditación antes de nuestras oraciones diarias. En la mañana podríamos repasar las actividades del día para ver cuánto éxito logramos y agradecerle al Señor su ayuda.
Pero más que todo, es necesario recordar el principio del arrepentimiento y darnos cuenta de que no es necesario esperar al Año Nuevo para mejorar. Cualquier época es buena para empezar a hacerlo. Que el Señor nos bendiga y nos ayude a todos a progresar hacia la perfección durante el año venidero.
Liahona.
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