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El abandono de cortesías comunes
Hace muchos años, el élder Thomas E. McKay fue mi presidente de misión en Suiza. Varios años más tarde, él y su querida esposa me visitaron en mi oficina; para ese entonces, la salud del presidente Thomas, como muchos lo llamaban, no era muy buena. Sólo con penosas dificultades podía sostenerse, y se requera la ayuda de un bastón en un lado y la hermana McKay en el otro para mantenerlo firme.
Lo observé a medida que descendía los escalones de la clínica y se dirigía al auto, el cual estaba estacionado frente al edificio. Con cierto desagrado aceptó la ayuda de la hermana McKay, y rechazó cualquier intento de ayuda que el resto de nosotros tratábamos de proporcionarle.
Siendo que el élder McKay estaba incapacitado para manejar por razón de su salud, me imaginé que su esposa lo ayudaría a introducirse el auto, pero la caballerosidad típica de la familia McKay no iba a ser sacrificada aun por la falta de salud. Ante su insistencia, los dos se dirigieron al lado donde se encuentra el volante, donde él galantemente le abrió la puerta, cerrándola después de que ella se sentó.
No fue sino hasta entonces que el élder Thomas E. McKay, tambaleante y con gran esfuerzo, sosteniéndose contra el auto con una mano, y con el cayado en la otra,fue hasta el lado opuesto del vehículo y se sentó junto a su esposa.
Las cosas sencillas tales como abrir la puerta del auto, ayudarle a, una mujer con su abrigo, permitirle ser la primera, ahorrarle pasos,ayudarla a sentarse, todas son cosas pequeñas. ¿Expresan más eficazmente que las palabras un amor y consideración, una ternura que pocos de nosotros podemos expresar?
Muchas gracias. Por favor. Con permiso. Permíteme. Te amo. ¡Cuan importantes son estas palabras cuando se dicen en el momento oportuno! A la entrada de un camino sin pavimento que conduce a un pequeño pueblo, se encuentra una señal que dice: "Escoja cuidadosamente sus caminos; estará en ellos durante los próximos 14 km."
Escoge tus hábitos cuidadosamente, podrás estar en ellos por el resto de tu vida. Obviamente, uno de los caminos en que la familia McKay dirigió a sus hijos fue el de la cortesía y la caballerosidad, camino en el cual permanecieron toda su vida
por Iindsay R. Curtís ("Siete Sintomas de un Matrimonio enfermizo")
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